A mi conciencia le ha dado por jugar al escondite, es muy de aparecer cuando las horas se convierten en una madrugada densa y compacta. La serie de secuencias que proyectas con tus manos, acarician las huellas de mis dedos, y en tus ojos he aprendido a adivinarme caminando entre personajes de ciencia ficción.
La mente, tan compleja y avariciosa, campa a sus anchas en una cabeza que lucha contra la obviedad del presente.
Mi identidad, atada de pies y manos, cuelga boca-abajo del tendedero de tu casa, esperando a que el viento de este otoño impregne mi alma.
La torpeza con la que los hilos de mi cuerpo son manejados, dibujan malformaciones en la arena de una playa desierta. Las olas, van meciendo la ligereza de una mirada a contraluz.

El día y la noche hacen el amor en cada puesta de sol. Ella, es más putita que coqueta y él más intelectual que don juan pero cuando se juntan...cuando se juntan...¡eso no tiene nombre!
Es un orgasmo, es droga de la dura, es el éxtasis, la morfina, es Lennon, es el bigote de Dalí, es arte, es Sabina, es poesía, es el Taj Majal, es el as de corazones, es el océano, es la mitad perfecta, es todo aquello elevado a la octava maravilla del mundo.

Indiferentes a la realidad que les rodea, follan con un frenesí descontrolado para acabar siendo la mantis y religiosa de su propia historia.

Romeo y Julieta, el día y la noche, el principio del fin, la más maravillosa historia de amor jamás contada.