Hay personas que son como nubes.
Las imaginas, las sueñas, las admiras y es que lo inalcanzable convierte las expectativas en el reflejo de nuestros anhelos.

Y así pasas los días, autoconvenciéndote de lo que sería si fuese, agarrándote con todas tus fuerzas a las figuras que con el viento representan.

Pero llega un día en el que lo inalcanzable se vuelve tangible, y descubres que las apariencias engañan, que todo aquello por lo que tantas veces habias apostado no es más que aire, gas, humo que se esfuma nublándote el horizonte. Y ya sólo quedas tu, tú y Soledad, a la que yo prefiero llamar Decepción. Y es que la Fe, no es ciega; la Fe, ciega.

Mira fijamente pero no te olvides de que la nitidez con la que ves el mundo depende de cada parpadeo.
A veces, nos empeñamos en dibujarnos en fotogramas movidos, en soñarnos en blanco y negro, cuando quizás el "instante decisivo" de Bresson esta justo delante de nuestras narices.

Quizás alguna vez hayas sido nube, quizás algún día lo seas, pero recuerda precipitarte, convertirte en lluvia, en hielo, en nieve, porque en la vida, la realidad supera a la ficción.