miércoles, 23 de julio de 2014

Solías decirme que hay momentos en la vida en los que el tiempo se detiene, momentos imposibles de predecir y que sin embargo te dejarán secuelas de por vida. También solías decirme que esos momentos tan magia y arte, son el éxtasis más puro que existe, la verdad más absoluta, la última gota de agua del mundo. Saber apreciarlos es casi más importante que llegar a sentirlos.

Hace días mi mundo hizo auto-stop, hace días mi mundo decidió frenar en seco conmigo volando a más de tres mil pies de altura.
No recuerdo la última vez que me advertiste que vivir implica creer, tener fe en alguien, y ser capaz de leer donde las letras no existen, donde las miradas desnudan almas y los silencios se convierten en canciones de rock.
Me teorizaste unos sentimientos idealizados, que yo me encargué de soñar. Me enseñaste que los miedos son totalitarios y que la libertad puede ser dependiente.

Hace días que la teoría se hizo práctica, hace días que las canciones se han vuelto mudas y los silencios más sordos que nunca, hace días que mi imaginación no ha dejado de ser real, hace días, he vuelto a tener fe.

Volar a mas de tres mil pies de altura es peligroso, pero a mi, me merece la pena.

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